En el momento en que se elige un modelo de casa fabricada y todos sus detalles, se sabe con exactitud el precio final de la casa y la fecha de entrega, sin margen alguno a variaciones de precio ni a demoras de terminación.
Poco tiempo para fabricar la vivienda. La fabricación de una casa de madera es posible realizarla mediante trabajos simultáneos de producción de los distintos elementos que la componen (suelos, paredes, cerramientos, cubiertas, redes de saneamiento, etc), mientras que en la construcción tradicional, el proceso ha de ser necesariamente secuencial (no se puede hacer la estructura hasta que no está hecha la cimentación, etc.) y además, la construcción con cemento requiere las esperas necesarias de su fraguado.
Dejando de lado los famosos mitos de las casas de madera , el ahorro energético que se consigue en el uso diario de una casa fabricada, como durante su proceso de fabricación es bastante elevado. A ello hay que añadir el estímulo que representa el mayor uso de la madera para el crecimiento de las masas forestales que son en definitiva los grandes sumideros de los gases que producen el efecto invernadero, sobre todo el CO2.
La madera es un material renovable, su crecimiento depende de una fuente inagotable, el sol, mientras que la producción del cemento, el acero, el aluminio, etc., consume grandes cantidades de energías fósiles, y por tanto finitas, tales como el petróleo.
Mejor relación entre la superficie útil y la construida. Al tener menor espesor los muros perimetrales de las casas fabricadas, al no necesitar cámaras de aire, respecto a los de las casas tradicionales que sí las necesitan, lo que representa un mejor aprovechamiento de la superficie útil de alrededor del 6 por cien.
Una casa de madera tiene muy buenas prestaciones ocupacionales, especialmente en lo relativo al aislamiento térmico y acústico, lo que se traduce en ahorro energético y en más confortabilidad. Su precio también es más barato que el de la construcción convencional.